Entre el paisaje caprichoso y rocoso de la Costa Brava, el mar Mediterráneo dibuja formas abruptas donde se esconden pequeños pueblos con calas salvajes. Combinan su esencia marina con los tonos verdes de la vegetación que prácticamente llega hasta el mar. Fue el lugar elegido por artistas y escritores legendarios e icónicos, donde la noche daba paso a fiestas eternas y éstas, a un nuevo día lleno de color y creatividad.

Negro sofisticado y caramelo, salpicaduras de vainilla, aguamarina y tonos azul claro, que simulan la arena, el mar y el cielo, aportando frescura y espontaneidad. Siluetas más redondeadas, menos estructuradas y suaves animan a sentirse libre y fuerte en un lugar donde las posibilidades son infinitas.